FEDERICO
GARCÍA LORCA
ODA
A WALT WHITMAN [1933]
Ode
a Walt Whitman
[em:
O Poeta em Nova York, 1940]
Através
do East River e do Bronx
os
rapazes cantavam mostrando suas cinturas,
com
a roda, o azeite, o couro, e o martelo
Noventa
mil mineiros extraíam prata das rochas
e
os garotos desenhavam escadas e perspectivas.
Mas
ninguém dormia,
ninguém
queria ser o rio,
ninguém
amava as folhas grandes,
ninguém
a língua azul da praia.
Através
do East River e do Queensborough
os
rapazes lutavam com a indústria,
e
os judeus vendiam ao fauno do rio
a
rosa da circuncisão
e
o céu desembocava pelas pontes e telhados
manadas
de bisontes empurradas pelo vento.
Mas
ninguém se detinha,
ninguém
queria ser nuvem,
ninguém
buscava os fetos
nem
a roda amarela do tamboril.
Quando
a lua saía,
as
roldanas rodaram para derrubar o céu;
um
limite de agulhas cercara a memória
e
os ataúdes levarão os que não trabalham.
Nova
York de lama,
Nova
York de espanto e de morte.
Que
anjo levas oculto na face?
Que
voz perfeita dirá as verdades do trigo?
Quem
o sonho terrível de tuas anedotas manchadas?
Nem
um só momento, velho e formoso Walt Whitman,
deixei
de ver tua barba cheia de mariposas,
nem
teus ombros de veludo gastados pela lua,
nem
tuas coxas de Apolo Virginal,
nem
tua voz como uma coluna de cinzas;
ancião
formoso como a névoa
que
gemia igual a um pássaro
com
o sexo atravessado por uma agulha,
inimigo
do sátiro, inimigo da vide
e
amante dos corpos sob o tecido rude
Nem
um só momento, formosura viril
que
em montes de carvão, anúncios e ferrovias
sonhavas
ser um rio e dormir como um rio
com
aquele camarada que poria em teu peito
uma
pequena dor de ignorante leopardo.
Nem
um só momento, Adão de sangue, macho,
homem
solitário no mar, velho formoso Walt Whitman
porque
pelas açoteias, agrupados nos bares,
saindo
em cachos dos esgotos,
tremendo
entre as pernas dos chaffeurs
ou
girando nas plataformas de absinto,
os
maricas, Walt Whitman, te sonhavam.
Também
esse ! Também! E despencam
sobre
tua barba luminosa e casta,
louros
do norte, negros da areia,
multidões
de gritos e gestos,
semelhantes
a gatos e serpentes,
os
maricas, Walt Whitman, os maricas
turvos
de lágrimas, carne para o açoite,
mostra
a mordedura dos domadores.
Também
esse! Também ! Dedos tingidos
apontam
a borda de teu sonho
quando
o amigo igual a tua maçã
com
um leve sabor de gasolina
e
o sol canta pelos umbigos
dos
rapazes que jogam debaixo das pontes.
Mas
tu não buscavas os olhos arranhados,
nem
o pântano escuríssimo de onde submergem os garotos,
nem
a saliva gelada,
nem
as curvas feridas como pança de sapo
que
levam os maricas em carros e terraços
enquanto
a lua os açoita pelas esquinas do terror.
Tu
buscavas um desnudo que fosse como um rio,
touro
e sonho que junte a roda com a alga,
pai
de tua agonia, camélia de tua morte,
e
gemesse nas chamas de teu equador oculto.
Porque
é justo que o homem não busque seu deleite
na
selva de sangue da manhã seguinte.
O
céu tem praias onde evitar a vida
e
existem corpos que não devem se repetir na aurora.
Agonia,
agonia, sonho, fermento e sonho.
Este
é o mundo, amigo, agonia, agonia.
Os
mortos se decompõem sob o relógio das cidades,
a
guerra passa chorando com um milhão de ratazanas cinzentas,
os
ricos dão às suas queridas
pequenos
moribundos iluminados.
E
a vida não é nobre, nem boa, nem sagrada.
Pode
o homem, se quiser, conduzir seu desejo
por
veia de coral ou celeste nudez.
Amanhã
os amores serão rochas e o Tepo
uma
brisa que vem adormecida pelos ramos.
Por
isso não levanto minha voz, velho Walt Whitman
contra
o garoto que escreve
o
nome da garota em sua almofada,
nem
contra o rapaz que se veste de noiva
na
escuridão da rouparia,
nem
contra os solitários dos cassinos
que
bebem com asco a água da prostituição,
nem
contra os homens de olhada verde
que
amam o homem e queimas seus lábios em silêncio.
Mas
sim contra vós, maricas das cidades,
de
carne tumefacta e pensamento imundo,
mães
de lodo, harpias, inimigos sem sonho
do
Amor que reparte coroas de alegria.
Contra
vós sempre, que dais aos rapazes
gotas
de morte suja com amargo veneno.
Contra
vós sempre,
Fadas
da América do Norte,
Pássaros
de Havana,
Podres
do México,
Sarasas
de Cádiz,
Touros
de Sevilha,
Cancos
de Madrid,
Flores
de Alicante,
Adelaides
de Portugal.
Maricas
de todo o mundo, assassinos de pombas!
Escravos
da mulher, putas de suas camas,
abertos
nas praças com febre de abano
ou
emboscadas rígidas paisagens de cicuta.
Não
há abrigo! A morte
emana
de vossos olhos
e
agrupa flores cinzas nas beiras dos cílios.
Não
há abrigo! Alerta!
Que
os confundidos, os puros,
os
clássicos, os assinalados, os suplicantes,
fecham
para vós as portas do bacanal.
E
tu, belo Walt Whitman, dorme às margens do Hudson,
com
a barba até o pelo e as mãos abertas.
Argila
branca ou neve, tua língua está chamando
camaradas
que velem tua gazela sem corpo.
Dorme,
não sobra nada.
Uma
dança de muros agita as pradarias
e
a América se afoga de máquinas e pranto.
Quero
que o ar forte da noite mais funda
acalme
flores e letras do arco onde dormes
e
um garoto negro anuncie aos brancos do ouro
a
chegada do reino da espiga.
Trad.
livre : LdeM
ODA
A WALT WHITMAN
Por
el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
Pero
ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.
Por
el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
Pero
ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.
Cuando
la luna salga
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
Nueva
York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas manchadas?
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas manchadas?
Ni
un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni
un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te soñaban.
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te soñaban.
¡También
ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.
¡También
ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.
Pero
tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.
Tú
buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
Porque
es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
Agonía,
agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.
Puede
el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por
eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.
Contra
vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Ápios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Ápios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas
de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.
¡No
haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.
Y
tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
Uma
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